LEYENDAS DE LA SEMANA SANTA DE SEVILLA

Por: Jose Manuel García Bautista

Es la Semana Santa sevillana toda una fuente inagotable de leyendas e historias heterodoxas donde la ficción supera a la realidad y, ¿quién sabe?, la realidad a veces, como una eterna paradoja, a la ficción. De ese lugar donde habitan los sueños surgen estas hermosas historias que les quiero contar.

El reloj de la Esperanza Macarena

Otra imagen de particular dulzura y devoción la encontramos en el barrio de La Macarena, allí los hortelanos del Convento de San Basilio fundan en 1595 la hermandad de “La Macarena” –como se la conoce popularmente-, en 1670 se trasladan a su casa de siempre, San Gil, y posteriormente a su templo basílica donde se le puede visitar actualmente.

Se trata la imagen de la Esperanza de una talla anónima del siglo XVII sin una autoría definida pero que cualquier devoto le diría que está realizada por los mismísimos ángeles. La Macarena arrastra tras de si una curiosa historia, en épocas pretéritas, a mediados de los años 30 del pasado siglo tenía esta hermandad su sede en la Anunciación, durante el recorrido oficial en su estación de penitencia del año 1937 quiso hacer una visita a los enfermos del cercano Hospital de las Cinco Llagas que a tantos enfermos y devotos contenía en su interior, una vez realizada la visita regresaba a su templo temporal en la referida sede para descanso ya de todos sus hermanos. Al ser un recorrido largo se decidió que al año siguiente pernoctaría en el interior de la iglesia del Hospital para regresar el Domingo de Resurrección a su sede, hecho que se repitió hasta 1942 cuando se regresó a la Iglesia de San Gil.

La historia cuenta que la hermandad de la Macarena ya había realizado este peregrinar al centro sanitario a mediados del siglo XIX e incluso se habló de que la imagen había sido propiedad del Hospital hasta que se realizó un truque por un reloj de pared, el Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre daba aquella imagen a cambio de un reloj de pared pero en aquel acuerdo se afirmaba que si la imagen de la Esperanza Macarena volvía a su interior, traspasando sus puertas, volvería a ser propiedad de los regentes del Hospital, perdiendo la hermandad su querida imagen. Fueron momentos tensos y muchos los que temieron que si su querida Madre traspasaba aquellas puertas se las arrebataran de su templo e incluso se encontraban hermanos cerrados a la sinrazón de otros tiempos y otras leyes… Cierta o no la Esperanza Macarena volvió al Hospital de las Cinco Llagas y lejos de quedar en su interior volvió a su templo cerca de la Muralla entre la gloria de un pueblo agradecido que veía como aquella cláusula había quedado invalidada.

La Macarena arrastra tras de sí otra curiosa historia que nos habla de cómo en una de tantas “semanas santas” que ha vivido esta ciudad un hombre se encontraba en un serio estado de embriaguez, sus actos alcoholizados no eran controlados por aquel infeliz que había dejado su conciencia junto Baco… Aquel hombre se encontraba próximo al palio de la Esperanza Macarena cuando alzó su vaso y lo arrojó contra la imagen ante el pábulo e ira de los presentes.

Años después tras la Macarena iba un nazareno, fuertemente atado con cadenas, descalzo y con grilletes en sus tobillos, aquel penitente desconsolado era aquel individuo que cegado por el alcohol atentó contra la imagen de su Virgen. Así lo expresaba en el diario “La Andalucía” del 12 de Abril de 1892, en un artículo titulado “Recuerdo de Sevilla en Semana Santa” la periodista Carolina de Soto y Corro y rememorado desde las páginas del diario “ABC” de Sevilla por Juan Carrero Rodríguez en 1985.

La “rosa de Iñaki” y Santa Marta

Otra curiosa historia de lo que es la Semana Santa de Sevilla la pueden encarnar personas que aun habiendo nacido lejos de esta ciudad sienta sus tradiciones como suyas propias, y no vamos a referirnos a ningún anónimo ciudadano del mundo, que también tendría cabida, si no a un periodista y comunicador querido y admirado en estas latitudes, hablamos del popular Iñaki Gabilondo ya que siendo director de “Radio Sevilla” cuando su primera mujer enfermó de cáncer quiso mandar una rosa a cada una de las imágenes de Virgen de la Semana Santa, rogando en la nota adjunta que fuera cerca de la misma en el paso. Algo normal por otra parte, no era el primero ni el último.

Las flores son oraciones mudas en las cofradías. Sólo que el entonces Hermano Mayor de Santa Marta, Manuel Otero Luna, pensando junto al Prioste, ideó que fuera bajo la mano del Cristo de la Caridad, justo en la vertical de la misma. Aquel año primero de la rosa, nadie, ni siquiera Iñaki, sabía la procedencia de la misma, sólo que apareció una nueva leyenda Sevillana: la última gota de sangre de Cristo hacía florecer una rosa al caer a la tierra. El detalle gustó y desde aquel año, la hermandad seguía poniendo cada Lunes Santo una rosa debajo de la mano del Cristo de la Caridad.

Pasados los años, y tal vez por un artículo de Antonio Burgos, Iñaki Gabilondo (ya viudo) se enteró de que aquella rosa fue en principio la suya. Desde entonces, todas la Semanas Santas acude por las mañanas junto a su segunda mujer (sevillana por cierto) a depositar un ramo de rosas, ahora dos docenas, al pie del paso de misterio de Santa Marta. Asimismo, ha incrementado su vinculación (no hasta el extremo de ser hermano) con la hermandad, siendo su Meditador en el año 2001, y formando parte del Patronato de la Fundación Santa Marta desde la creación de la misma.

Esa rosa la lleva todos los años el Hermano Mayor de turno a algún hermano enfermo, generalmente el más enfermo de los que tenemos constancia siendo momentos muy emocionados. Y así el nudo se le hace en la garganta al sevillano cuando habla de ese paso sevillano, de solemne caminar e impresionante conjunto artístico, que lleva un detalle al que todos conocen como “La rosa de Iñaki”.

El misterio de la hermandad de Santa Marta destaca su indudable calidad, el expresionismo de sus imágenes, Cristo muerto sobre el regazo de su madre… El Cristo de la Caridad y el misterio en si es obra de Luis Ortega Bru en 1952 excepto la Virgen de las Penas y la imagen de Santa Marta que son obra de Sebastián Santos entre 1950 y 1958. Es el único misterio de la Semana Santa que recoge a dos dolorosas en la misma escena de la Pasión. Verlo surgir entre la neblina del incienso es impresionante.

Misterio en La Lanzada

Si alguien osa robar en una iglesia un objeto de culto o sagrado tiene que saber que tras él puede pesar una terrible maldición, así es como le sucedió a nuestro siguiente protagonista… En 1421 apareció en la acometida de obras de la Iglesia de San Martín una caja de plomo con una reliquia en su interior… se trataba de una espina de la corona de Jesucristo.

El acontecimiento conmocionó la ciudad y la preciada reliquia se guardaría en una custodia de cristal para poder ser observada por los fieles. La espina estaba dotaba de cierto poderes curativos y al ser llevada a casa de los enfermos estos encontraban alivio a sus males y enfermedades.

La sagrada reliquia y su milagrería originaron la formación de una hermandad en la iglesia de San Martín en 1540. En 1657 el sacerdote Agustín de Herrera debía de acudir a casa de un enfermo y al regresar se encontró la iglesia cerrada así que se la llevó aquella noche a su casa. Aquella noche la casa del licenciado de Herrera fue robada y entre los objetos sometidos a hurto estaba la preciada reliquia. La ciudad quedó atónita ante el suceso y treinta años después una persona acudió a la iglesia, bajo secreto de concesión entregó la reliquia ya que desde que estuvo en su poder todos sus amigos y familiares habían sufrido necesidades, males, desgracias y contrariedades. Sin embargo los que se encontraban limpios de mal veían aliviadas sus penas… excepto ellos. El arrepentido entregó la reliquia y pidió perdón.

En 1965 el cardenal Bueno Monreal entregaba la reliquia a la Hermandad del Valle que había sido creada a raíz del hallazgo de la misma.

La Estrella “La Valiente”

Si caminamos por Sevilla, por la trianera calle San Jacinto, y preguntamos a cualquier transeúnte el apodo de la Virgen de la Estrella nadie dudará en decirle: “Estrella la Valiente” y es que esta ciudad vivió años azotados por el temor a que los exaltados radicales de aquella República recién proclamada en 1932. Había habido incendios en diferentes iglesias sevillanas perdiéndose valiosísimas obras de artes e imágenes de gran culto y devoción. Las hermandades desconfiadas de la seguridad que se les otorgaba decidieron anular sus salidas penitenciales. Pero de Triana surgió ese rayo de luz, de Esperanza, que da el ver como a los lejos una cruz de guía se abre paso desafiando a todos y a todo para llevar Fe a esta descreída, en esos momentos, ciudad. Llegaba desde San Jacinto a Sevilla cruzando por el Altozano y de allí asaltar su cordón umbilical con la vieja Híspalis para regocijo de creyentes y capillitas de principios de siglo.

En su arduo camino por las calles no se libró de atentados, de personajes escondidos tras la cobardía del anonimato que lanzaban objetos sólidos contra el palio y que detenía milagrosamente su candelería. Era demasiado tarde, entró en Campana entre vítores y aplausos, su paseo hacía la Catedral por la calle Sierpes fue admirado por todos, en la Puerta de San Miguel se llegó a disparar contra la imagen pero nuevamente una mano divina y protectora que les acompañaba salvó a la Madre de Dios.

Aquel Jueves Santos será recordado por todos como el de una hermandad que quiso llevar a los corazones de los sevillanos el sentimiento hondo que se estaba perdiendo en aquel clima de crispación anti-religioso de la República.

La “Palomita” de Triana

Hablábamos antes de uno de esos misterios de la Semana Santa que causan consternación en aquel que lo ve, el que le proponemos a continuación visitar tampoco va a la zaga, se trata de la hermandad de San Benito que procesiona en nuestra semana grande desde su parroquia de San Benito en plena calle Luis Montoto. Es una hermandad peculiar, originariamente del barrio de Triana donde tiene su cuna en 1554 en el Convento de la Victoria de Triana no siendo hasta el año 1921 en el que se reorganiza la hermandad en San Benito de la Calzada.

En su primer paso el que presenta a Jesús al pueblo con Pilatos como personaje secundario de singular belleza, cercano a él su esposa Claudia Prócula, dos soldados romanos, un sanedrita, una criada y un esclavo de color. Impresiona ver este paso en su peregrinar a la Catedral por las angostas calles del centro de Sevilla. Curiosamente una hermandad cuya Virgen de la Encarnación es conocida como “la Palomita de Triana”, por ser originaria de este popular barrio y por llevar en el techo del su palio un imagen del Espíritu Santo como consta en un inventario de 1808 ya desaparecido aunque ha mantenido aquella “tradición” luciendo la paloma blanca de la Anunciación tan simbólica en nuestros días.

El misterio, su conjunto escultórico, es obra de Antonio Castillo Lastrucci, imaginero sevillano nacido el 27 de Febrero de 1882, discípulo de Antonio Susillo Fernández, ganador de una beca para formar su arte y estudiar en los museos de Roma y París. Se le considera uno de los grandes maestros imagineros del siglo XX. El 29 de Noviembre de 1967 fallece de una parada cardiaca pero a todos nos quedará el contemplar obras como el Cristo de la Buena Muerte de la hermandad de la Hiniesta, el Cristo del Soberano Poder ante Caifás de San Gonzalo, el Misterio de El Beso de Judas, el Misterio de Jesús ante Anás, el Misterio de la Presentación al Pueblo de la Cofradía de San Benito o el Misterio de la Sentencia de Cofradía de la Macarena, Sevilla de 1929, entre otras obras de artes salidas de su gubia para Sevilla y otras provincias españolas.

Hermosas historias, a caballo entre la leyenda y la realidad, que rivalizan en belleza con el dulzura del procesionar de nuestras hermandades.