LA SEVILLA DESCONOCIDA
Por: Jose Manuel García Bautista
La Sevilla desconocidaEs Sevilla una gran desconocida, sabedora de sus secretos insondables juega con su visitante a mostrarle sus encantos más superficiales guardándose para si aquello que realmente no desea mostrar…
Sevilla, perla del Guadalquivir, crisol de culturas, de rancios defensores de la fe y enriquecedores pobladores árabes que tanto dieron y dejaron a una tierra que jamás podrá pagar su deuda con el saber de aquellos musulmanes más preocupados de dar cultura que de hacer la guerra.
Sevilla, flor de primavera de una piel de toro hastiada de la desidia del ibero que transforma su mundo gracias a la fuente de la eterna juventud que baña sus riberas… Eterna juventud que sigue y persigue a aquellos que dejaron un legado de muerte, desolación, tragedia o amores mal pagados tras de sí… Y son ellos los que constituyen los llamados como lugares malditos y embrujados de esta ciudad eterna que recela del curioso y veta al que quiere descubrir estos secretos de su corazón misterioso. Allá donde el tiempo parece haberse detenido para revivir una y otra vez estas historias personales evocadoras de recuerdos que hoy desafían a la lógica trasgrediendo con sus evanescentes tragedias las barreras del espacio y del tiempo. Son los lugares malditos y embrujados de una ciudad hechizada por sus apariciones, por el recuerdo que reverdecen cada día los lúgubres espectros que se aparecen para pedir ayuda, para indicarnos un camino o que en su desesperanza ya se limitan a pasear, sin más, por aquellos mismos lugares por los que lo hicieron en vida. Lugares malditos embriagados del sabor de un romance trágico, de doncellas moribundas por un amor falsamente correspondido, de ilustres fantasmas que pagan la culpa de una vida oculta tras las cortinas de la ejemplaridad… Fantasmas de otro tiempo que hoy nos dejan un mensaje de esperanza y sorpresa.
Comenzamos a caminar por esta Sevilla nuestra, esta vez cediendo el peso y el protagonismo a los testigos y víctimas del misterios, a aquellos que vivieron para contarlo, a aquellos que supieron sobreponerse a una experiencia paranormal o a aquellos que fueron testigos de lo imposible. Este paso por los lugares maldito y embrujado será un paseo por las historias ya no anónimas de esos muchos sevillanos que un día nos las quisieron contar, que un día lo quisieron compartir, este es un camino dedicado a ellos por qué es un camino de testimonios donde el investigador es un mero cronista que no se vincula emocional o afectivamente con ninguno de los casos, es un camino aséptico donde los protagonistas son los propios testigos con sus vivencias y testimonios reales. Comenzamos a caminar retomando un camino iniciado por aquellas casas y edificios encantados para fascinarnos con el legado maldito de aquellas brujas que en sus aquelarres sevillanos o en la purificadora llama de la hoguera profirieron contra sus delatores o contra su lugar de morada… Retomamos aquel primer viaje para seguir mostrando al sevillano, al visitante o al ciudadanos del mundo aquellos otros lugares que debe visitar pero en compañía… Comenzamos a caminar por esos edificios y casas encantadas, embrujadas o malditas que esta ciudad y estos autores intencionadamente olvidaron pero que no quisieron dejar atrás. Vayamos juntos en busca del misterio y descubramos juntos lo mucho que Sevilla tiene que mostrarnos de su historia oculta, de sus espectros olvidados y reales como la vida misma.
Sevilla no sería nada sin estas historias reales que vuelven a visitarnos y a hacernos compañía mientras visitamos viejas casas solariegas, vetustos palacios que nos muestran el esplendor de otra época o modernos edificios asentados sobre terribles maldiciones… ¿Qué sería de cualquier ciudad sin estas historias que nos llenan de temor y alimentan nuestra imaginación?
Es la Sevilla maldita, la Sevilla hechizada, la insondable, la más desconocida, la más añeja, la más añorada. Aquélla a la que aún no se le ha ido el aroma eterno a azahar, el polvo de los canteros que tallan cada palmo de piedra catedralicia, aquella a la que aún no se le olvida las llamaradas de la hoguera, aquella de los grandes descubridores y conquistadores cuyos cascos ecuestres aún resuenan sobre el pavimento adoquinado, aquélla de los mil rezos arzobispales en viejas capillas o de visitantes de ultratumba con un secreto que mostrar…
Sevilla, la perla del Guadalquivir, rincón de vida, cuna de emperadores, paladín del Descubrimiento, cónclave de la Inquisición, rebelde en la invasión, la de los señoritos y los “señoritos”, la de la modernización y hoy la pretendida Sevilla futurista por llegar… Algunos nos quedamos con los recuerdos del pasado de un ciudad que nos los sigue mostrando en el presente…en un evanescente presente…
¿Recuerdan aquel primer suceso recogido en los anales históricos de esta ciudad sobre la aparición espectral en la Capilla de San Onofre? Aquel primer hecho fantasmal recogido en la Historia de Sevilla, y ciertamente real, tuvo como protagonista al noble Juan de Torres en esta capilla ubicada en la Plaza de San Francisco junto a nuestro particular ayuntamiento. Corría el año 1600 y quedó reflejado en la crónica del convento, aquella aparición del más allá, de ese temido otro lado se despidió de nuestro sorprendido protagonista diciéndole: “Gracias, hermano, por el gran favor que habéis hecho a mi alma. Yo soy fraile de este mismo convento, que por negligencia dejó de oficiar una misa de difuntos que me habían encargado, y habiéndome muerto sin cumplir aquélla obligación, Dios me había condenado a permanecer en el purgatorio hasta que satisficiera mi deuda. Pero nadie hasta ahora me ha querido ayudar a decir misa, aunque he estado viniendo a intentar decirla, durante todos los días de Noviembre, cada año, por espacio de más de un siglo…”
Pero Sevilla es una suerte, un azar cual sorprendente caja de Pandora y nos da otra perla de su pasado, de los fantasmas de su pasado reflejados en olvidadas crónicas que nos advierten de su existencia nuevamente deslizándose a nuestro presente desde su alejado pasado… A aquella alejada aparición en la Capilla de San Onofre le seguiría otra no menos sorprendente en 1693, recogida en el tomo 1 del Archivo Histórico Municipal y que nos dice: “Testimonio de una extraña aparición recogidos de los propios testigos del suceso ocurrido en el año 1693”. Y este apasionante documento sigue su relato espectral de esta forma: “Testimonio: Pedro Erinel, vecino de Sevilla, dijo que estando en casa de don Luis de Marín oyó dos noches consecutivas un ruido grandísimo en el jardín de la casa, tanto que parecía perderse todo, y este ruido lo oyó también Francisco Pérez, paje. Y me dijo que parecía una gallina alborotando, o cosa de duendes y yo le dixe que aunque fuera duende, cosa de la otra vida o del infierno, que yo con cualquiera hablaría, teniendo fe en Dios y en su Santísima Madre, y con la Santa Cruz con unas reliquias que conmigo tenía. Y así me subí a la azotea para ver el jardín, y lo vi y las partes más avanzadas de la casa. A la segunda noche se repitió y bajándome de la azotea a la cocina me senté solo en ella a beber un cuenco de agua, y me pareció que se me vandaba la vista y me oprimía y me apretó tanto que me llenó de miedo y lanzando un grito salí de la cocina llamando Jesús y María. Esa misma noche oí desde mi cama varias voces, y golpes muy parecidos a la cabada del patio”. Este fascinante relato prosigue añadiendo: “Y otra noche sentí afuera de la sala muy parecido al de las tres anteriores, y golpes en la puerta, las cuales don Domingo Aldana Criado me dijo que también había oído con algunos golpes. El sábado 2 de Mayo de 1693 a las nueve y media de la noche estando ya acostado sin que dejara caer la cabeza en la almohada oí la en la puerta unos golpes muy rezios, y sentí un viento muy fuerte, como un huracán desesperado y entonces me senté en la cama y vi una mujer con un hábito negro que se traslucía otra cosa blanca que había detrás de la cabeza, con puntos sobre la frente, la cara redonda, muy triste y afligida, que se paseada por la sala, y llegando cerca de los pies de mi cama, y estando cara a cara conmigo la vi clara y distinta con la luz que tenía detrás del velo, como de cristal, y le dije: “Si vienes de parte de Dios dime qué quieres”. Y entonces ella me respondió con viva voz: “Dile a Luis que soy la madre, que mande a decir cincuenta misas para salvar mi alma. Y que si tú no haces esta diligencia o él no manda decir las mismas viviréis muy poco”. Cuando desapareció sentí un gran escalofrío, y se lo dije a Don Domingo Aldana. Y yo José de Aldana Criado digo que es verdad todo lo que aquí dice es cierto y así me lo dijo y por verdad de su declaración lo firmo: Firmado Francisco José Aldana Criado”.
La impresión de aquel encuentro y la maldición que pesaría sobre nuestro histórico testigo fue suficiente para que se celebraran aquellas cincuenta misas por el alma de la aparecida, pero aún tenemos un segundo testimonio que añadir a este curioso suceso de 1693, dice así: “Testimonio II: Fray Diego Diego Pérez, digo que paro en casa de don José Aldana, y la noche del sábado 3 de Mayo al tiempo de acostarme en la sala oí un gran ruido, y sentí pisadas, y saliendo al comedor vi una mujer al mirar el balcón, y la vi solo de la cintura para arriba vestida como un ángel, con una toca de cristal la cara más redonda que larga, con las manos como dos fundas, la cual como si vigilara me estuvo mirando, desapareció, y vi entonces tres fantasmas, y para examinar lo que era fui a la sala y tomé un espadín y fui al balcón y no halle cosa ninguna; como sería de diez a once de la noche me acosté y no vi más. La noche del día 10 de Mayo al tiempo de irme a acostar no habiendo perezón alguno con la puerta de la sala oí un golpe en la puerta misma tan grande que me he desmayado y no oí más. Por verdad lo juro por Dios y esta cruz, y para que de ello conste lo firmo de mi nombre. Sevilla 12 de Mayo de 1693. Firmado: Fray Diego Pérez”.
Si alguna vez pasean por el centro de Sevilla, sin nuestra compañía, y se sumerge en el interior del Barrio de Santa Cruz y se deja llevar por sus callejuelas sin fin en un laberinto tan intrincado como la propia vida tenga cuidado…Allí se enclava este edificio que guarda en sus entrañas el espectro de una vieja dama, de una vieja religiosa que paga la osadía con su traslúcida manifestación a aquellos que no han acabado de creer en ese temido otro lado…
Por las viejas galerías de nuestra Catedral, de nuestra “montaña de piedra” como la llamaban en la antigüedad, también se puede tropezar con la sombría figura de un canónico casi identificado…para unos se trata el espectro de Baltasar del Río y para otros del cardenal Cienfuegos, sea como fuera, si lo ve por aquellas sombrías estancias o el algunas de sus capillas saliendo de una espesa y fría bruma, no lo moleste, incline su cabeza en señal de respeto y déjele caminar en sus tribulaciones por qué lo que ve pertenece a otro mundo que no es el de los vivos…