LA LEYENDA DE LA ‘REJA DEL DIABLO’
Por: Jose Manuel García Bautista
Es una de esas historias eternas que se cuentan en Sevilla y que tiene como escenario a una de las más destacadas casas del mítico Barrio de Santa Cruz. Nuestro misterio, y nuestra leyenda, de hoy nos lleva a conocer un poco mejor la llamada “Reja del Diablo” en la plaza de Alfaro, una manzana donde se encuentran otros muchos edificios destacados pero que el más solariego de ellos es el que nos va hacer mirar con atención a uno de los ornamentos de su ventana.
Se encuentra muy cerca del no menos legendario lugar de los Jardines de Murillo y del Callejón del Agua, el mismo que centra las evocadoras fotografías de muchos turistas o sevillanos enamorados de la ciudad hacen. Casi en la esquina encontramos nuestra casa, allí es donde la imagen de una reja muy particular llama nuestra atención: no tiene los barrotes ni soldados ni pegados, como si fuera de una unión antinatura permanecen unidos al estar entrelazados, como si el hierro se hubiera convertido en plastilina infantil y se hubiera dejado modelar. Quizás es esta característica la que ha hecho que muchos digan de esa reja que la forjó el mismísimo Diablo como si de una de las leyendas de Bécquer se tratara. Y esa historia la que muchos touroperadores comentan a pie de casa sin tener en cuenta, en muchas ocasiones, la realidad de su realización o lo que pensarán los propietarios de esa casa, algunas veces cansados de escuchar mil y una historias sin sentido.
La técnica de realización de la reja tiene poco de paranormal o de demoniaco, se trata de una reja machihembrada efectuada bajo una forma llamada de punzonado que la hace casi imposible de imitar y original.
Este tipo de rejas no se hacía en Sevilla sino que eran fabricadas fuera teniéndose constancia de otras en diferentes puntos de nuestra geografía. Un taller de forjado en Úbeda o Jaén parece ser que, en la época, se especializaron en ella. La dificultad para su realización es grande y sólo los maestros eran capaces de hacer una igual por eso decía de ella que “sólo el Diablo podía ser su creador” aunque este tipo de reja también tiene sus iguales en Florencia, en Austria o en la localidad española de Sitges.
La propietaria de la casa, buena amiga, dice orgullosa que “se trajeron piezas de muchos lugares de Europa, piezas muy bonitas pues sus familiares eran amantes del arte” y esta pieza es, sin dudas, la joya de la corona.