En ocasiones suceden hechos que son difíciles de explicar aun desde el marco de la investigación paranormal, uno de esos casos es el que les quiero narrar.
Investigación paranormal: cuando la ouija te habla de tu vida
Vino a suceder dentro de una investigación en el que nos acompañaban personas que eran ajenas a nuestro equipo pero que querían vivir la experiencia de estar en una de ellas. Decidimos acudir a un entorno conocido como una vieja casa abandonada en Sevilla, en las afueras.
De la casa conocíamos, de forma aproximada, su historia y, por ello, contamos la historia así como lo que ocurría en ella. Una vieja casa donde un chico se había ahogado en una piscina y donde luego hubo un terrible incidente en el que, víctima del desaliento y la pena, la mujer madre se quitó la vida.
Así que estuvimos en esa vieja casa haciendo pruebas y experiencias, de todo tipo, de psicofonías, de captar imágenes, así como pruebas más subjetivas como hacer una ouija o pruebas de péndulo, de las que yo soy más remiso pero reconozco que puede dar sorpresas curiosas.
Así, acabada la investigación, decidimos hacer una sesión de ouija en la abandonada piscina de este sitio, en el lugar donde había fallecido ese chico y los resultados fueron brutales.
Comenzó la sesión y el máster de la ouija se movía a toda velocidad, casi no se podía leer. Había ocasiones en las que yo mismo levantaba el dedo para ver si alguien mueve el máster pero no, aquello iba a la misma velocidad y todos con la misma cara de asombro. Sólo participábamos cuatro personas y como observadores pues aquellos que nos acompañaba, entre otras personas estos mismos que venían de observadores.
Fue cuando el mater comenzó a girar e Inma, la persona responsable de el experto manejo de la ouija, dijo: «Está entrando otro», y comenzó a deletrear palabras: «Alberto», «familia», «muerto», «enfermedad», «Isabel», «perdón», «pena». Preguntamos «¿A alguien le suena el mensaje?» pero nadie respondió. Fue cuando escuchamos un sollozo y alguien decir: «Yo me llamo Isabel» y mi abuelo se llamaba Alberto, murió de una enfermedad hace unos meses y pidiendo perdón por que había tenido una mala época con mis padres, a mi me cuadra todo el mensaje, se quién es él» confesó.
Y te queda la sensación de estar ante un tablero que, en verdad, tiene «algo». Yo no soy muy creyente de la ouija pero reconsidero posturas y comprendo que esto tiene, por estadísticas, pocas posibilidades de salir de la imaginación de alguien, máxime cuando a esa persona no la conocíamos y cuadró el mensaje a la perfección con su situación personal. ¿Casualidad? Permítanme que lo dude.