FENOMENOS PARANORMALES EN EL BARRIO DE SAN BERNARDO
El misterio, en muchas ocasiones, llega de forma imprevista, así es como una buena amiga, Sara S., me iba a meter de lleno en una investigación que me dejaría sin habla…, y hay pocas cosas que me puedan sorprender ya.
Por: Jose Manuel García Bautista
Un caso estremecedor… Me decía Sara S. que un amigo suyo tenía un serio problema en su casa, que se estaban viviendo episodios muy extraños, donde “se escuchaban cosas raras” cuando en la casa no había nadie o, simplemente, que era imposible que se estuvieran dando tales sonidos.
Como buena “detective” del misterio me remitía una memoria USB repleta de inclusiones psicofónicas y una completa lista donde se diseccionaba cada segundo del audio que contenía esa memoria.
Me enfrasqué en el análisis y me sorprendieron mucho aquellas psicofonías, o parafonías, tanto que quise ir al lugar a investigar.
Con todos los permisos y autorizaciones por parte de la familia ella me condujo al sevillano barrio de San Bernardo donde me presentó a Miguel L., sería él el encargado de narrarme, en primera persona, otras experiencias sucedidas en aquella casa, una casa que tenía su tiempo y que no había perdido un ápice del encanto –nunca mejor dicho- que antaño tuvo.
La casa se construye allá por los primeros años del siglo XX, de varios pisos y la típica montera de cristal. Pero lo interesante es que allí, ellos, podían sentir, perfectamente, sonidos de pasos o de objetos que parecían caer, la incómoda sensación de sentirte acompañado, observado y mucho más carente de explicación.
Todo iba creciendo conforme pasaba el tiempo pues los sonidos eran fuertes “como si estuvieran derribando la casa” decía Miguel que preoseguía: “algo que luego se repitió pasado el tiempo y que asustaba pues pensamos que era la estructura que se podía haber caído”.
Otros fenómenos igualmente inquietantes fueron el de escuchar voces “incluso la de mi madre que no se encontraba en casa” y sumando todo ello la inquietud se instaló entre ellos.
Con todo ello se procede a realizar una investigación en aquella casa con resultados sorprendentes. Lo primero era la sensación de, efectivamente, sentirte acompañado –aunque ello puede ser sólo una apreciación subjetiva de la persona-. Menos subjetivo sería el poner los aparatos a funcionar y comenzar esa demostración de las que hacen gala los edificios calificados de “encantados”.
Las grabaciones comenzaron y era muy evidente –por el registro en pantalla- que estaban captando algo que iba, inexcusablemente, apuntado en nuestra libreta de anotaciones. Sonidos tales como pisadas, un incómodo murmullo como si en la habitación contigua estuvieran hablando en voz baja, pasos en la planta superior o como si “algo” –un objeto no identificado- cayera por las escaleras.
Otro fenómeno impresionante que pudimos captar es el de una especie de música que resonaba, como el eco de un pasado que quisiera manifestarse. No podía salir de mi asombro pues, en ocasiones, todos esos sonidos eran perceptibles a simple oído, no hacía falta ningún aparato que luego tener que analizar su grabación… ¡Impresionante!
De pocos lugares puedo decir que, tras obtener resultados así, no tuvieran “algo” en su interior, no tuvieran una presencia que habitara ese inmueble, que morara por sus pasillos, sencillamente es el efecto de una “casa encantada”. Pero lo mejor estaba por llegar.
Las horas iban pasando y la intensidad no decrecía, iba en aumento, como si aquel día elegido fuera el señalado para mostrarnos “todo su poder”. Voces muy evidentes, golpes de mayor o menos intensidad, risas e, incluso, el inequívoco sonido de la cancela que parecía abrirse y cerrarse y que, en la realidad, permanecía inmóvil… ¿Cómo era posible?
Lo más impactante fue, sin dudas, en aquella investigación, poder escuchar la voz de una mujer, que hablaba, que parecía canturrear una canción o como resonaba, con energía, un nombre… un nombre de mujer… ¿Hay alguna relación? No me cabe ninguna duda.
Cuando estoy redactando la memoria de la investigación tengo mi ordenador pasando todo el audio y escucho una voz casi imperceptible, masculina, que dice: “Me maté” o “Me mato” –a veces no es fácil de escuchar ni tratando el sonido con programas para ello-. Esa voz masculina resulta inquietante y que puede que tenga la clave de lo que está sucediendo pues en la pequeña Historia de cada lugar están las respuestas donde, dicen los parapsicólogos, que esté tipo de “entes” –o energías o como queramos llamarlo- se quedan vinculados por alguna razón, puede que afectiva, familiar, emocional, sentimental…
Sentados con todos los argumentos de esta noche de investigación, emociones y palabras, no puedo menos que concluir que en este inmueble de San Bernardo ocurren hechos realmente inexplicables, donde pasar una sola noche es una osadía y donde lo paranormal, sin ningún género de dudas, se manifiesta.
Cómo saber si una casa está encantada
En no pocas ocasiones una persona compra una casa o un piso, o una coqueta finca, sin detenerse a preguntar quién ha vivido allí o qué ha podido suceder en ese lugar. Normalmente nos dejamos llevar por un más que acertado y accesible precio más allá de otras consideraciones que, tal vez, el día de mañana, puedan convertir nuestra feliz existencia en todo un calvario.
Las casas encantadas no tienen un patrón fijo, no tienen una regla por la que sepamos a simple vista que en ese inmueble tienen lugar fenómenos extraños, fenómenos que pueden ir más allá de la compresión del ser humano y donde hasta el más escéptico puede llegar a creer una vez vividas determinadas experiencias.
No todas las casas antiguas o con una gran historia están encantadas y no todas las nuevas edificaciones están libres de estar embrujadas, que es otro tópico en torno a todo este tipo de fenómenos.
Si hay una serie de indicios que pueden servir de orientación a la persona para saber que un determinado lugar puede estar encantado o no. Evidentemente el no siempre estará en la parte más fácil de saber: habrá una ausencia total de fenómenos e indicios en la casa.
Para determinar si una casa está o no embrujada atenderemos a diferentes niveles y criterios pues no todas tiene un mismo nivel de posesión o encantamiento. Lo primero que se debe determinar es si en el lugar sucedió algo extraño, luctuoso, o misterioso que pueda darnos pie a pensar que el lugar está ciertamente encantado.
También es importante prestar atención a si en la casa se escuchan ruidos de naturaleza desconocida, ruidos que aun estando solos en el inmueble nos pueden llevar a pensar que, realmente, hay algo extraño en él. Sonidos como raps o golpeteos, ruidos rítmicos, que parecen antinaturales.
Otro síntoma importante son aquellas puertas que se abren y se cierran sin saber bien la razón o naturaleza de ello, puertas y ventanas que parecen tener un comportamiento extraño o portazos que se sienten y, luego, no hay nada que lo haya podido originar. Son ruidos cuya intensidad de volumen varía.
Los aparatos eléctricos son muy susceptibles de sufrir los rigores de una casa encantada, su puesta en marcha sin que nadie actúe sobre ellos son un claro síntoma, o que se apaguen inesperadamente, puesta en marcha o apagados que nos indican que puede que algo de origen paranormal actúe sobre ella. Radios o televisiones que se ponen en marcha o se apagan solas son un claro ejemplo de la infestación en una casa.
Otro síntoma de casa encantada son aquellos objetos que aparecen o desaparecen, objetos que dejamos en un lugar concreto para no volverlos a ver y aparecer, tras días desaparecidos, en lugares en los que tenemos constancia que jamás lo hemos puesto, por ejemplo: un libro en el interior del frigorífico.
Más evidente es cuando vemos como un objeto en cuestión se mueve ante nuestros ojos, eso ya debe ser -y considerarse- la prueba definitiva de que lo paranormal habita entre esas paredes.
Si se escuchan llantos o lamentos, música de época o se ven sombras que nadie puede provocar -estando solos en casa, por ejemplo- es otro síntoma inequívoco de lo que sucede en la casa. En ocasiones nos podemos sentir acompañados o, incluso, sentimos como hay algo que nos ha rozado.
Quizás uno de los primeros síntomas de una casa encantada son los bruscos descensos de temperatura sin que nada pueda llegar a explicar satisfactoriamente. Estos cambios son producidos porque esas entidades para manifestarse necesitan absorber la energía del medio que los rodea y, debido a ello, se produce ese descenso repentino de temperatura.
También a través del olfato -sensaciones olfativas- se pueden detectar la presencia de este tipo de fenómenos: olores fuertes y desagradables delatarán la presencia de algo negativo, los olores florales o dulces indicarán lo contrario.
Lo que si debemos es siempre buscar una explicación lógica a lo que sucede en la casa, si se han detectado algunos de estos síntomas bien estará tratar de revisar la instalación eléctrica, bisagras de puertas y ventanas, fontanería… Si se dan todos a la vez las opciones se van reduciendo y todo apunta al fenómeno descrito. Llegados a este punto lo mejor es llamar a profesionales que se dedican a este tipo de materias y que sean ellos los que certifiquen nuestra creencia de vivir en un hogar encantado.
Para ello, como ayuda al investigador, bueno será tener un diario de los fenómenos ocurridos en la casa, eso será un dato de utilidad inestimable para determinar la frecuencia y característica del fenómeno.
Una vez determinado todo ello habrá que volver a investigar sobre la historia del lugar, la historia de la casa y de los inquilinos, tal vez ahí estén las respuestas a nuestros problemas actuales en nuestro hogar. Hemos de tener en cuenta que pocas veces un antiguo inquilino se presta a facilitar este tipo de información o reconocer que ellos también vivieron esos fenómenos, así no tienen el sentimiento de culpa de haber «endosado» una casa encantada a un nuevo propietario.
El último consejo es el más adecuado en estas situaciones: mantener la calma.