EL TERROR DE LAS MUÑECAS MALDITAS EN SEVILLA
Por: Jose Manuel García Bautista
Los objetos malditos que más inquietud provocan son aquellos relacionados con los juguetes. En Sevilla se han dado casos…
En muchas ocasiones hemos tenido referencia de objetos malditos o que inducen a “la mala suerte” -si se cree en ello-; de entre todos los objetos malditos, los que más inquietud provocan, son aquellos relacionados con los juguetes y, más concretamente, los que están encarnados en payasos o muñecas, máximo exponente de todo ello es la muñeca Annabelle, famosa por la película “Expediente Warren” y la saga a la que, cinematográficamente, ha dado lugar. Aunque son muchas y algunas las encontramos en nuestra ciudad…
La temible muñeca Annabelle y su extensión sevillana
Se ha convertido en los últimos años en un aterrador juguete que, por su maldad, ha llevado el pánico y el miedo a muchos espectadores de todo el mundo merced al cine. Se trata de la muñeca ‘Annabelle’ y su historia, de ser cierta, es propia de un guion de película antes que de la realidad.
La muñeca se trata de una de las famosas Raggedy Ann fabricadas en Estados Unidos por John Gruelle en 1915, pronto fue un juguete muy apreciado por las niñas y, en 1918, sería parte de una colección de libros infantiles. Su éxito no se demoró y tuvo seis largas décadas de ventas, incluso Fleischer Studios realizó una serie de animación infantil sobre ella.
Pero… ¿Qué tiene de maldita?
Su historia presuntamente paranormal comienza en 1970 cuando una señora le regala una de estas muñecas a su hija Donna que estudiaba enfermería y que compartía piso con Angie. A Donna le sorprendió el regalo pero le recordaba a su infancia y la colocó sobre la cama de su habitación. Lo fenómenos comienzan cuando la muñeca comienza a cambiar de posición, no está donde ella la dejaba y, al principio, pensó que su compañera podría haberla movido, el problema surgió cuando Angie le comenta que ella no toca a la muñeca y esta aparece en diferentes lugares de la casa.
El siguiente paso sería el encontrar notas escritas en las que se podía leer: “Help us” (Ayúdanos), “You miss me?” (¿Me echas de menos? ) o “Save Lou” (Salven a Lou). Aquello parecía estar fuera ya de cualquier broma y las chicas piden ayuda. Una médium les dice que la Raggedy Ann está poseída por el espíritu de una niña llamada Annabelle Higgins -de ahí que se la llame “Annabelle”-. La mujer les dice que la traten cómo a una persona.
El novio de Donna, Lou, apenas puede creer lo que ve y como aquellas dos chicas tratan a la muñeca así que es motivo de las bromas de este hasta que una pesadilla lo inquieta: sueña que alguien le estrangula, al despertar la muñeca está a los pies de la cama y él tiene diferentes heridas… ¿Se las habría hecho él mientras dormía o, realmente, la muñeca estaba poseída?
Los fenómenos se incrementan con ruidos extraños en la casa, en el dormitorio de Donna y deciden llamar a un sacerdote que les recomienda que avisen al matrimonio Warren (Ed y Lorraine) que tenían una gran experiencia en este tipo de casos y dentro del campo de la parapsicología. Ambos investigadores afirman que en “Annabelle” habita un espíritu maligno que quiere poseer a Donna.
Finalmente la chica decide deshacerse de la muñeca y la entrega a los Warren que la llevan a un museo de “objetos malditos” en Connecticut que es donde se la puede encontrar dentro de una urna de cristal.
Su prolongación sevillana
¿Podemos comprar una muñeca maldita? ¿Puede esa referencia hacer que un inocente juguete transmita toda esa negatividad o maldad? ¿Hasta dónde es real y hasta donde imaginario todo esto? Les cuento una experiencia personal con un compañero de radio… Sucede, a veces, que sin saberlo nos convertimos en el objeto, u objetivo, de un fenómeno paranormal; en muchas ocasiones de forma insospechada, en otras de forma alevosa, sea como fuere es algo tan incontrolable como imprevisto, tanto como la historia que les voy a contar.
El investigador Jesús García adquirió una muñeca “Annabelle”, aquella en la que se inspiran para la realización de la película “Expediente Warren”, una muñeca de trapo que escondía mucho más de lo que su inocencia aparentaba.
Aquella muñeca, la original, hizo pasar muy malas jornadas a una familia hasta que descubrió que estaba poseída por dos espíritus y acabó sus días en el Museo de Objetos Malditos de Connecticut (Estados Unidos) que gestionaba el propio matrimonio Warren, afamados investigadores de lo paranormal.
Así, rememorando la historia de aquella muñeca Jesús me invitó a su tienda a ir a verla, una vez allí me decía emocionado: “es mucho más de lo que esperaba, mira tiene hasta la imitación de la sangre en el vestidito”, y yo con poco énfasis le decía “ah, qué curioso”. Estando allí, en su comercio, en su establecimiento me contó algo sorprendente: “no sé si tiene relación o no pero estoy un poco inquieto, desde que me llegó la muñeca se me ha movido tres veces de lugar estando yo solo, en estos últimos días”, y yo con cierta sorna le repliqué: “a ver si te han enviado la original” mientras me reía.
Creí que mi amigo estaba de broma hasta que me cogió del brazo y muy serio me dijo: “lo que te estoy contando es verdad, no estoy de broma” y entendí que aquella persona y experto en temas ocultos me estaba confesando el problema con su particular muñeca “Annabelle” nos “observaba” desde su vitrina.
Seguimos charlando y entró una cliente en su establecimiento, Jesús se dispuso a atenderla de forma atenta y exhaustiva -como siempre hace- y yo pensaba: “tanta charla me ha dejado la boca seca” mientras junto a unas estanterías leía los libros que las editoriales le había servido.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando al girarme me doy de frente casi con la muñeca “Annabelle” y junto a ella un vaso de agua, como si alguien me hubiera leído el pensamiento, como si alguien hubiera puesto allí a aquella “inocente” muñeca.
Busqué a Jesús con la mirada y en una pausa que tenía con su cliente le dije: “como broma te has pasado”. Jesús no sabía lo que había sucedido, sólo me dijo al explicarle el suceso: “yo no tengo nada que ver Jose, no me he movido del lado de la cliente, pregúntale” mientras ambos mirábamos a aquella muñeca que sonreía divertida de nuestra confusión.
Puede que sea casualidad -me extraña mucho-, puede que no pero… ¿quién está libre de vivir un fenómeno paranormal en cualquier momento? O al menos inexplicado.
El “Cortijo de la Muñeca”
Serían las diez de la noche, el teléfono sonó de forma vertiginosa, descolgué y al otro lado resonó la voz de Jordi Fernández: “Jose, vístete que nos vamos aún sitio donde están ocurriendo cosas”.
Casi sin solución de continuidad me encontraba en el coche camino de una vieja casa a las afueras de Sevilla. Entramos por el polvoriento camino de albero y nos desviamos.
Al fondo estaba aquel viejo cortijo, marcado por el abandono y el tiempo. Casi no se podía ni entrar por la maleza que había crecido tapando todos los accesos. Al fin encontramos una vieja ventana y nos hicimos hueco para llegar al interior.
Accedimos al pasillo y pronto los temores nos comenzaron a aflorar, pese a ser verano la temperatura bajo notablemente, la sensación de estar siendo observados crecía por momentos, la hora bruja había dado ya sus campanadas en nuestros relojes y ni Jordi ni yo nos encontrábamos a gusto en esa situación.
Al final del pasillo retumbó un sonido que nos dejó sin respiración. Una puerta había sido cerrada con gran violencia. Movidos por la curiosidad nos acercamos a aquella habitación, forzamos la puerta, era como si algo o alguien tratara de forcejear con nosotros impidiéndonos la entrada, por fin se abrió como si estuviera recién engrasada…
No había apenas nada, una vieja habitación en la que destacaba una cama de hierro forjado y un viejo somier con los muelles saltados.
Sobre la cama una vieja muñeca medio quemada y con un ojo saltado.
-Me da mal rollo, dijo Jordi Fernández, y la sensación era compartida.
Salimos de allí al escuchar una risa infantil en el pasillo, la linterna daba una luz mortecina, luz de agotamiento:
-Joder Jose, nos quedamos sin pilas.
-Sigue a ver que ha sido eso…
Por más que recorrimos los pasillos de aquel lugar no hallamos nada.
Recobramos el aliento como buenamente pudimos y accedimos a la parte superior del cortijo, con cuidado –pues el suelo estaba vencido- nos quedamos perplejos, al final del pasillo estaba la vieja muñeca con su ojo saltado:
-No puede ser Jose, estaba en la habitación de abajo y aquí no hay nadie.
Me acerque con cuidado pero allí estaba inerte, sin vida, la vieja muñeca.
-¿Por qué hemos venido aquí Jordi?
…y mi compañero respondió:
-Por qué han pasado cosas, la gente dice que ve luces, que han grabado psicofonías y que escuchan llantos de niño.
Aturdidos aún bajamos a la zona inferior, íbamos buscando la salida cuando sentimos claramente como una voz fría nos llamó: “Venid”. Aquella llamada nos heló la sangre.
–¿Qué hacemos?
–Vámonos.
Y seguimos buscando la salida, pero nuevamente resonó aquella voz: “Venid”.
-¿Y si es alguien en apuros?
Comenzamos a buscar el origen de aquella voz y casi detrás nuestra, en la habitación ciega del pasillo resonó: “Venid”.
Entramos y sólo pudimos quedar atónitos cuando sobre la vieja mecedora de madera nos miraba, más allá de la vida, la vieja muñeca que ancló su alma en aquel edificio.
Desde ese mismo momento siempre he tenido un gran respeto por los juguetes en los edificios abandonados, ¿quién sabe si el alma de un niño habita en su interior por toda la eternidad?
La muñeca planchadora
Otra muñeca maldita es la que está relacionada directamente con mi buen amigo Lorenzo Cabeza del grupo de investigación GPS y que vivió en un momento muy delicado.
Así el propio protagonista de esta historia nos lo relataba: “eran las navidades de 1992, ese mismo año, el día 25 de diciembre fallece mi padre a los 51 años de un infarto fulminante; cuando pasaron esas malditas navidades la casa en la que vivíamos mi familia y yo, en la barriada Sevillana de la Ciudad Jardín, en el distrito de Nervión, se me hacía un sitio insoportable…, no podía estar allí y la falta de mi padre era, por minutos, más grande e inaguantable. A principios del año 1993 hablé con mi madre y le comenté que ya que teníamos otro piso en la barriada del Cerro del Águila, y ese piso estaba completamente amueblado y equipado con todos los electrodomésticos que se necesitaba, y que yo tenía ya 18 años y llevaba un par de años trabajando, pues que me dejara vivir allí en el piso y abandonar el “nido”. Mi madre accedió sin ningún tipo de problemas y a mediados de enero de ese año 1993, con ayuda de mi familia, trasladé mi residencia habitual al Cerro del Águila y empecé la experiencia de vivir solo por primera vez en mi vida” recuerda Lorenzo que prosigue “las primeras noches fueron duras, recuerdo que los inviernos de antes eran inviernos de tormentas, de frio y viento, daba un poco de miedo estar en un piso de 80 metros cuadrados solo, aunque solían venir amigos casa. En alguna ocasión algún amigo me dijo haber escuchado algún ruido o alguna voz en algunos de los cuartos que yo no utilizaba, pero en pisos de bloques de más de 25 viviendas casi siempre se escuchan ruidos, las paredes son como de papel…”
Y la experiencia se complicó un poco más pues, relato Lorenzo, que “llevábamos varias noches y varias tardes que me decían mis amigos que escuchaban un ruido raro, un ruido con de un zumbido y que se paraba a los pocos segundos y era difícil de averiguar de dónde procedía, hasta que una noche empezó a sonar y estábamos dos buenos amigos y vecinos del mismo bloque… Empezamos a buscar y en el cuarto de mis padres dentro del ropero hallamos una “muñeca planchadora” de las antiguas de esas con ropa de sirvienta de las negras con delantal y cofia de encaje blanco… La saqué del ropero y la muñeca seguía moviendo su bracito derecho, haciendo el movimiento típico de planchar, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda…, y recuerdo perfectamente que estuvimos con las bromas diciendo “dile que mañana te planche las camisas y las corbatas”. En esos tiempos yo trabajaba en una conocida aseguradora y hablando eso la muñeca paró de moverse”. Lo sorprendente llega poco después cuando “dejamos encima de la mesa del salón a la muñeca y seguimos a lo nuestro, cuando ya se fueron mis vecinos y estaba en mi cuarto a punto de acostarme volví a escuchar el ruido ese característico del motorcito de la planchadora y decidí ir al salón. Allí, en la oscuridad, en la mesa, estaba la muñeca “planchando” sola. Pensando que “sería que tenía la cuerda cogida” aunque hubiera jurado que esa muñeca era de cuerda cuál fue mi sorpresa cuando la tomé y la retiro de su sillita donde estaba sentada planchando y al abrirle el vestidito, por detrás, me encuentro con una tapa de plástico y que funciona a pilas… La sorpresa fue mayúscula pues llevaba más de 10 años guardada en ese armario sin que nadie viviera en ese piso y, lo peor, es que cuando le quité la tapa y miro en compartimento… ¡Estaba vacío! ¡No había pilas!… La muñeca llevaba varios días funcionando y moviéndose sin ninguna pila en su compartimento.
La muñeca plantadora, la muñeca encantada del Cerro del Águila.
Un caso final
Recientemente me han hecho llegar una muñeca muy especial, viene de Huelva, de una familia que por las noches dejaba la muñeca –pues le daba miedo a su hija- en un altillo del ropero y por las mañanas aparecía sentada en una silla. Todo ello venía acompañado de ruidos extraños y de la pequeña aparecer con arañazos como producidos por unas minúsculas manos… ¿Casualidad?