EL PALACIO MALDITO DE CASTILLEJA

Por: Jose Manuel García Bautista

Pero no es el único caso, cerca de allí, en Castilleja de la Cuesta encontramos un testimonio estremecedor, su comunicante es María D. y nos decía: «Le diré que investiguen el antiguo palacio de Hernán Cortés, allí en el año 1991, durante su restauración fui testiguo de numerosas formas extraña… Apariciones… Eran soldados que acompañaban a una joven. Debido a ello cuatro guardas de seguridad abandonaron su trabajo por el pánico que les ocasionaban. Aquellas apariciones, aquellos fantasmas siempre se aparecían en el mismo lugar: las escaleras de mármol».

Pero profundizando en su experiencia recordaba y me narraba: «Yo fui testigo de todo ello, después de aquello nos trasladamos y no hemos vuelto a pisar Sevilla. Era en un antiguo palacio que había en la calle detrás de la Alameda, ahora hay apartamentos y dúplex. Cuando mi marido trabajaba allí regresaba a casa temblando todos los días. Un día decidí pasar la noche allí para ver que ocurría y lo comprobé: era el fantasma de una dama vestida de blanco custodiada por soldados, pero lo más impresionante era su llanto que era muy era real».

El pánico sentido por aquel testigo fue tal que se trató de quitar de vida mi marido atormentado por lo que vio. Debido a ello no volvió a trabajar por las noches debido a «otras cosas que vio y de las que prefiere no hablar».

La testigo remataba contundentemente: «me atrevo a contarle todo esto por qué quiero saber que pasó allí y me gustaría entender lo que allí pasa para que se escuche ese llanto, después de tanto tiempo hay noches en las que me despierto escuchando aquel llanto, sé que es en mi cabeza pero me ayudaría a entenderlo, a saber el saber lo que pudo pasar en ese lugar. Por el edificio pasaron más de seis vigilantes y todos abandonaron el trabajo…».

Casos de casas encantadas en Sevilla, en su provincia, y yo, siempre, me quedaré con esa inigualable definición que en El espinazo del diablo se pone de manifiesto: «¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto que parece por momentos vivo aún, un sentimiento, suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma, eso soy yo».