TASSILLI N’AJJER: EL GRAN DIOS MARCIANO
Por: Jose Manuel García Bautista
Si viajamos a Tassilli N´Ajjer comprenderemos como aquellos pueblos primitivos de nuestra antiguedad creían en algo más…
Ubicada en Argelia, en la meseta de Tassilli en el desierto del Sáhara, a diez kilómetros de la ciudad más cercana, Djanet, encontraremos unas hermosas pinturas rupestres que magnifican todos los acontecimientos de esa comunicación con los antiguos dioses. Datadas en el Paleolítico superior y el Neolítico, hace más de 8.000 años, se representan escenas en los que seres superiores “raptan” a lugareñas, a pobladoras. Seres representados de forma ejemplar, de talla superior indicándonos que su tamaño es una alegoría a lo que representan… El más destacable de todo este conjunto pictórico es aquel en el que emerge la figura de un curioso ser, sobre la pétrea superficie se representa la veneración a un Dios de rasgos poco humanos y es una de las pinturas rupestres más enigmáticas jamás encontradas. Las primeras informaciones sobre este maravilloso “museo” paleolítico nos llegan de los años de La Primera Guerra Mundial, imágenes y datos tomados por la Legión Extranjera Francesa que habían explorado regiones a más de 1.400 kilómetro de Argel. Charles Brenans, a comienzos de 1933, tomó unas fotografías que mostró a los arqueólogos y geógrafos franceses , el teniente Brenans era el responsable del puesto de Djanet, y fue el encargado de realizar un reconocimiento con su escuadrón de camellos sobre la meseta, durante aquel reconocimiento descubrió las cuevas, unas cuevas adornadas de vívidas e impresionantes pinturas.
Con rapidez se propagó la noticia del descubrimiento en aquellas zonas creídas inhóspitas, la sociedad de la época creía que allí nadie podría haber vivido nunca… Pero rendidos ante la evidencia reconocieron la admiración por aquellas pinturas rupestres donde se ponía de manifiesto la vida material, espiritual y religiosa de los pueblos del paleolítico del Sáhara. Los científicos de la época menos ortodoxos no dudaban en afirmar que la zona africana donde se había realizado el descubrimiento fue, hace 4.000 años, un vergel de vida, el hallazgo de estas pinturas venía a ser la ratificación de aquellas afirmaciones.
Se realizaron varias expediciones de investigación y estudios hasta Tassili. De sus pinturas se desprendía la necesidad del hombre de representar y estar en contacto con ese más allá, llamémoslo como dioses, como plano paralelo o como mundo de los muertos… Se hicieron concienzudos trabajos sobre todo el conjunto rupestre pero la explosión de la Segunda Guerra Mundial hizo que casi todo pasara a un segundo plano, los mejores especialistas se encontraban sirviendo en la guerra a las órdenes de Francia y en esta ocasión se debió de pedir ayuda al Ejército francés por su experiencia y protección. Así sería como el etnólogo y arqueólogo francés Henri Lhote se encontraría, por primera vez, con Tassili, era uno los especialistas más destacados de su época, se decía de él que tenía un carácter excepcional y que era amante del desierto. Tassili sería su paraíso perdido…
Lhote tenía una amplia experiencia en el desierto, sumaba más de 80.000 kilómetros a través de él, gozaba de la amistad del pueblo Tuareg y de los pueblos asentados en la región de los ríos secos en el macizo de Ahaggar. Pero su nombramiento para investigar las pinturas de Tassili se realizó gracias a todo el conocimiento aprendido sobre el terreno, en el mismo desierto, gracias a lo cual obtuvo el doctorado por la Universidad de París. Tras aquel ajetreado año comenzó a preparar la expedición que le llevaría a Tasssili para investigar sus enigmáticos “dioses” de Tassili, pero esta debería esperar…
Uno de los primeros trabajos de Lhote en Tassilo fue el calco y coloreado de las pinturas. Destacaba la riqueza de motivos representados así como la gran cantidad de pinturas que decoraban cada palmo de las “paredes” de aquella cueva, era una explosión del arte rupestre en el corazón de aquel infierno en mitad del Sahara. Las pinturas representaban formas extrañas como cazadores, arqueros, grandes escenas de la vida cotidiana, pequeñas gacelas o los descomunales y amenazantes “dioses” que se localizan en superficies… ¿Qué trataban de decirnos aquellos primitivos cronistas?
El equipo de Henri Lhote exploró la región de Tan-Zumaitak y la de Tamir, Henri Lhote para posteriormente dirigirse al pequeño macizo de Yabbaren. Charles Brenans le dijo proféticamente a Lhote un sentimiento que lo invadiría: “Cuando veas Yabbaren te quedarás estupefacto”. La vista es sencillamente sobrecogedora y más cuando en lenguaje tuareg descubrimos que “Yabbaren” significa “Los Gigantes”. Aquellos gigantes o dioses que vigilan o raptan a las mujeres del pueblo, aquellos gigantes que pueden ser la representación de un más allá idealizados como seres superiores… Para la historia quedaron como los supuestos cosmonautas, quizás dejándose arrastrar por una corriente más amarillista dentro del mundo del misterio más que de la arqueología, su verdadero campo de investigación. Henri Lhote escribió sobre estas desconcertantes pinturas: “Cuando nos encontramos entre las cúpulas de areniscas que se parecen a las aldeas negras de chozas redondas no pudimos reprimir un gesto de admiración hasta el punto el caos es salvaje e impresionante”. Y es que el investigador francés halló una especie de pequeña ciudad, con sus calles y demás elementos urbanos en las que todas las paredes están cubiertas por representaciones de estos dioses con “cabezas redondas”, imágenes de gran tamaño cuya factura ha sido datada entre el 7.500 o el 8.000 a.C.
La extrañeza de aquellos dibujos han llevado a muchos a preguntarse sobre lo que nos quisieron decir aquellos primitivos habitantes de la meseta de Tassili, esas representaciones de posible dioses o cosmonautas que llegaron a la tierra durante el periodo paleolítico…, o con los que se estableció contacto en pleno paleolítico… Puede que representen a seres superiores, los shemsuhor que descendieron sobre el Antiguo Egipto antes de sus castas… ¿Por qué no? Seres superiores que fueron representados en esta región montañosa del sur de Argelia y que el temor de sus pobladores hizo que los pintaran, para su inmortalidad, observando la convivencia, evolución y técnica de los primeros grupos humanos.
Sobre aquellas jornadas de trabajo y observación, tras contemplar en Yabbaren el llamado “Gran Dios Marciano” Henry Lhote escribiría: “Hay que retroceder un tanto para verlo en conjunto. El perfil es simple, y la cabeza redonda y sin más detalles que un doble óvalo en mitad de la cara, recuerda la imagen que comúnmente nos forjamos de un ser de otro planeta. ¡Los marcianos! Qué título para un reportaje y qué anticipación. Pues si seres extraterrestres pusieron alguna vez pie en el Sahara, hubo de ser hace muchísimos siglos ya que las pinturas de esos personajes de cabeza redonda del Tassili, cuentan, por lo que colegimos, entre las más antiguas. Los “marcianos” -prosigue- abundan en Yabbaren y hemos podido trasladar no pocos frescos espléndidos referentes a su estadía. Brenans había señalado algunos pero las mejores piezas le habían pasado por alto pues son prácticamente invisibles y para volverlas a la luz ha sido menester un buen lavado de las paredes con esponja.”
A él ese pueblo lo definiría como su “Dios” o su “Gran Dios Marciano” y para contactar con él recurrirían a todo tipo de ungüentos y pócimas alucinatorias que propiciar ese viaje más allá de las fronteras de la Ciencia… El contacto por saber de aquellas “raptadas” que, tal vez, simplemente perecieron en un desastre natural, o entre guerras tribales, y que ellos en su saber popular prefirieron creer que ese ser superior las había llevado junto a él. Explicaciones sobrenaturales para explicar o calmar la pena ante la muerte y el dolor. La firme creencia de una existencia en otro mundo, otro plano u otra vida cierta con la que no podemos contactar salvo que exista un canal de comunicación evidente, o sólo para aquellos con un don muy especial…
De estas épocas pretéritas casi ya olvidadas en el tiempo tenemos los diferentes yacimientos y pinturas rupestres existentes por todo el globo en el cual queda patente la necesidad de creencia en un más allá por el tipo de sepulturas y ajuares funerarios encontrados y los ritos a ellos asociados (posición fetal del los cuerpos, orientaciones, ubicación, etc). Esto nos permite llegar al antiguo Egipto en sus más tempranas épocas, donde también eran muy prestigiados los diferentes oráculos, como el existente en el oasis de Siwa, y entre otras cosas el no demostrado origen de elementos tales como el tarot, los espejos pulidos y otros ritos místicos relacionados. No podemos olvidar incluir que esa misma mística llevó al hombre de la época a construir un “aparato”, siguiendo unas instrucciones muy precisas, para hablar con Dios…, el Arca de la Alianza y su posible ubicación en el actual África dejan en evidencia este desaforado intento del hombre por la comunicación con el más allá.
De aquellos intentos por contactar con el más allá de aquellos primeros pobladores de hace más de 10.000 años vamos a saltar, en este viaje en el espacio y en el tiempo que les proponemos, hasta la antigua Grecia, cuna de pensadores, de oradores, de guerreros, de libertad y de libertades, de tolerancia, mística y misterios…